Breve cuento me han pedido

(Romance de príncipes y princesas)

 

Breve cuento me han pedido

que escriba en muy poco rato;

y aquí se enzarza este autor

con atrevido relato

que trata de un princesa

y de un amor desgraciado.

 

La princesa una mañana,

una mañana temprano,

paseaba en el jardín,

en el jardín de palacio.

Iba triste la princesa

pues la había despertado

un sueño infausto y fatal,

un sueño de lo más malo.

El sueño fue tal que así

y ahora paso a contarlo:

 

"En la mañana de Reyes

al lado de sus zapatos

la princesa se encontró

el más precioso regalo

que muchacha principal

por siempre hubiera soñado.

Eran unas perlas blancas

montadas sobre dorado

mucho más blancas que el nácar,

y más finas que el topacio,

serenas y transparentes

como el agua de los lagos.

Al ir a coger las perlas

la princesa sufre espanto,

pues de rojo carmesí

se tiñen sus ambas manos.

Era sangre que brotaba

del corazón de su amado

que escondido se encontraba

de las perlas por debajo;

de las dichas perlas blancas

montadas sobre dorado,

mucho más blancas que el nácar,

y más finas que el topacio,

serenas y trasparentes

como el agua de los lagos."

 

Y su tristeza aumentó

cuando vio que junto a un árbol

el príncipe de sus sueños,

transformado en frágil pájaro,

yacía inane e inerte

en medio de un rojo charco.
Al recogerlo del suelo
notó que un pequeño dardo,
que un diminuto Cupido
le lanzara con el arco,
le atravesó el corazón,
se lo rompió en mil pedazos.

A su lado una calandria

con un lastimero canto

desesperada y deshecha

se encontraba sollozando

pues los polluelos del nido

sin padre ya se quedaron.

La princesa comprendió

de su príncipe el engaño

y se dio la media vuelta

y colorín colorado.

 

   El sueño no fue tal sueño,
ese sueño fue un presagio
de aquello que sucedió
del modo en que lo relato.

 

 

Teodoro Martín de Molina.

Granada, 11 de enero de 2017