The Avenue

(Verano en Dublín)

4. DÉFICITS

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Si el déficit académico y cultural no era escaso, qué decir del referente al de las relaciones humanas (por no mentar todo lo concerniente al sexo o a la política).  Sin tiempo que perder hube de aprender a utilizar los medios de transporte de la capital: taxi, bus, metro; a moverme dentro de un aeropuerto, espacio en el que jamás había puesto mis pies, y a viajar en avión. ¡Cuándo me había visto en otra! La experiencia de los días de Madrid no me vendría mal para después poderme manejar con más o menos éxito en el extranjero.

 

La necesidad obliga, y si aquella es mucha, la obligación es todavía mayor. Se tiene que aprender sobre la marcha y a marcha forzada. No tienes tiempo de divagar y las decisiones las tienes que tomar con inmediatez.

 

Siempre me había desenvuelto con soltura en mi medio, ahora tendría que aprender a hacerlo en un lugar con personas totalmente distintas a nosotros, con unas costumbres que para nada tenían que ver con las nuestras y, además como añadido, sin conocer ni una palabra de su idioma. Menos mal que era joven y cuando uno es joven no se para mucho a recapacitar en lo que tiene que hacer y en cómo tiene que hacerlo. Pienso que esa desinhibición y falta de preocupaciones, algo propio de la juventud, me ayudaron no poco a poder dar mis primeros pasos en un mundo totalmente nuevo para mí.

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