Entrevista aparecida en el periódico multilingüe del IES "Alpujarra" de Órgiva en abril de 2005

1.- ¿Cuánto tiempo hace que escribe?

Relativamente poco. Teniendo en cuenta que ya han pasado tres años desde que cumplí cincuenta, sólo llevo, aproximadamente, una décima parte de mi vida escribiendo, dejándonos de rodeos: desde hace cinco años, más o menos.

2.- ¿Quién le dio la idea de escribir Don Quijote en romance?
La idea de escribir la obra de Cervantes en romances surgió, como tantas cosas en la vida, de la casualidad y de lo cotidiano. Por el tiempo en que empecé a escribirla trabajaba con mis alumnos con bastante frecuencia el romance y, quieras que no, aunque no estás en la escuela las ideas te las llevas contigo a casa. Estando en Alcázar (no sé si sabéis que es un anejo de Órgiva, cerca de Torvizcón) durante un invierno lluvioso, una tarde en la que no sabía muy bien qué hacer, me dio por ojear una vieja edición del Quijote que tenemos en la casa y surgió la idea de pasarlo a romances. Comencé a romancear los primeros pasajes y después de casi cuatro años he conseguido poner fin a la primera parte a la que he titulado “El Caballero de la Triste Figura”.

3.- ¿Fue muy complicado pasar el Quijote a versos?
No fue empresa fácil, pero tampoco voy a decir que haya sido muy difícil, vamos a dejarlo en un término de nuestra tierra que todos entenderéis: “trabajoso”. No sólo pretendía pasar la obra a romance sin más, también he procurado en todo momento ser fiel a su espíritu, de modo que al leer El Caballero se esté leyendo Don Quijote en lo que es su esencia, aunque de otra manera, y eso se lleva su tiempo y muchas horas de trabajo.  

4.- ¿En qué sitio se sentía usted más inspirado para escribir y concentrarse?
Para escribir, como para estudiar, leer y otras muchas actividades de la vida, se precisa de un lugar adecuado y que te ayude a concentrarte en lo que estás haciendo. Para mí ese lugar ha sido Alcázar, por el lugar en sí mismo (mucha tranquilidad y pocas distracciones) y porque durante las vacaciones y fines de semana ha sido cuando fundamentalmente he escrito y en esos períodos normalmente me encontraba en Alcázar.
La inspiración no me hacía falta, me la prestaba Cervantes, yo sólo tenía que saber interpretarla a la hora de componer los versos de ocho sílabas.

5.- ¿Cuántas veces ha leído Don Quijote? ¿Cuánto tiempo tardó en escribir esta 1ª  parte?
La obra completa la he leído una vez. La primera parte no sé cuántas, pues para componer “El Caballero de la Triste Figura” tenía que leer y releer muchas veces cada capítulo, cada párrafo y, a veces, hasta una misma frase para encontrar la forma en qué decirlo sin adulterar el fondo. A modo de anécdota os puedo decir que mi obra estoy acabando de leerla por cuarta o quinta vez desde que la terminé en noviembre de 2004; no es que yo sea narcisista, sino que lo hago para corregir fallos y defectos que aún encuentro en ella.
Creo que comencé a escribir la obra allá por las navidades del curso 2000-2001, así que, como he dicho antes, he dedicado casi cuatro años a terminar esta primera parte.

6.- ¿Cuál fue el capítulo que más trabajo le costó realizar?
Todos fueron difíciles y todos divertidos a la vez. Quizás podría hablar de los que me resultaron más sencillos y creo recodar que fueron los tres en los que se da lectura a la novela del Curioso Impertinente, interrumpida por el episodio de la batalla de Don Quijote con los cueros de vino; no sé, “le cogí el tranquillo” con rapidez y eso ayuda a que la tarea te resulte menos complicada.

7.- ¿Se ha producido en usted algún cambio al escribir esta obra? ¿Se siente identificado con algún personaje?
Más que después fue durante su escritura; hubo algunos momentos que me sentí tan identificado con el personaje y la obra que, sin venir a cuento, me encontraba hablándole a mi mujer en romance y con el lenguaje de don Quijote. Por fortuna la identificación fue pasajera y no permanente.
Después de escribirlo me queda el sentimiento de satisfacción por haber llevado a cabo algo que empecé sin estar muy seguro que pudiese terminarlo. También, quizás más por lo leído que por lo escrito, me he dado cuenta de que soy a un mismo tiempo más ignorante y sabio que antes: ignorante por todo aquello que sabes te falta por conocer  y sabio por ser consciente de tu ignorancia basándote en lo que has conocido.
Todos tenemos algo de los dos personajes principales del Quijote. ¿Quién se atreve a decir que no es un poco loco, iluso, altruista, idealista, soñador... como don Quijote, o algo ambicioso, sencillo, afable, ingenuo, socarrón... como Sancho Panza?

8.- ¿Había usted escrito antes una obra en romances?
Sí, si a la recreación de un par de cuentos infantiles puede llamársele así. Hace tiempo pasé a romance “Caperucita Roja” y “El Gato con Botas”. Tengo pensado, además de llevar a cabo la segunda parte de Don Quijote, la recreación en romances de otros cuentos infantiles como: “Cenicienta”, “La Bella Durmiente”, “Pulgarcito”, etc.

9.- ¿Usted ha escrito algún libro o relato sobre la Alpujarra? ¿Y sobre Granada?
Cuando uno escribe siempre lo hace teniendo en cuenta lo que ha vivido y donde lo ha vivido, y yo, aunque soy de Gaucín (Málaga) un pueblo de la Serranía de Ronda, llevo más de 30 años viviendo en Granada y casi 30 viniendo a la Alpujarra durante las vacaciones y muchos fines de semana, así que en casi todo lo que escribo algo de Granada debe estar reflejado aunque no aparezca el nombre.
Mientras escribía “El Caballero de la Triste Figura”, y para no dejarme arrollar por la obra, busqué tiempo para escribir, entre otras cosas, un relato sobre la vida en algunos lugares de la Alpujarra  durante el período comprendido entre la Guerra Civil española (1936) y el fenómeno de la emigración rural (1960, aproximadamente). Se titula “Cascarabitos” y recoge de forma novelada (ficticia) las historias y vivencias que en muchas ocasiones oí contar a las personas mayores de esos lugares, todas ellas cargadas de sentimientos y en medio de condiciones de vida muy difíciles.

10.- ¿Hubiera dedicado su vida  entera a la escritura, o, sin embargo, le gusta escribir sólo en sus ratos libres?
Ahora no vale decir a lo que me hubiera gustado dedicar mi vida. Estoy contento tal y cómo la he ido usando. Mi profesión, maestro, me ha dado muchos ratos buenos, muchas satisfacciones, algunos ratos malos y algún que otro desengaño, de igual modo que me hubiera ocurrido si me hubiese dedicado toda mi vida a escribir, a cuidar cabras, fabricar pan o curar enfermos. Como os decía al principio no hace tanto tiempo que llevo escribiendo y lo hago por el placer de escribir, que no es poco, no sé si con dedicación exclusiva hubiera sido más o menos feliz que lo he sido hasta ahora, y ahí debe estar, a mi modo de entender, la importancia de lo que uno haga en la vida: tratar de ser feliz haciendo felices a los que nos rodean.

Entrevista realizada por los alumnos de 2º D.