Perdonadme que haya utilizado esta aberración
lingüística para titular el artículo que sigue. Mas,
aunque el título os suene raro, parece que así, siguiendo
la línea correcta de hablar políticamente correcto, debemos
pronunciarnos según nos lo quieren imponer algunos partidos políticos
y en este caso –podéis suponer que a mi pesar– fundamentalmente los
de izquierda, es como deberíamos llamar al gobierno nombrado por
Zapatero después de las últimas elecciones. Esto de que los
políticos hayan acabado de un plumazo con el genérico y ese
afán por redundar al repetir el femenino o el masculino detrás
del masculino o el femenino (a veces inventando palabras imposibles) me
lleva en todo lúdico y festivo a titular así este artículo
debido a que por primera vez el número de mujeres supera al de hombres
en el gobierno de la nación y parece que es esto lo que más
gustito le da al presidente. A mí me deja indiferente y sólo
espero que en el ejercicio de su actividad, tanto los varones como las hembras,
sean capaces de destacar porque siempre lo hagan de acuerdo con los intereses
de toda la nación y de todas las naciones.
Esto que a Zapatero le produce tanta satisfacción
y que a otros les suena a discriminación positiva y no a currículo
o méritos de las nombradas, a cualquier ciudadano de la calle nos
debe parecer normal, ya que normal es que las mujeres superen, y no en ese
exiguo número que lo hacen en el Consejo de Ministros, sino en proporciones
a veces escandalosas, a los hombres en muchos de las actividades que hacen
que nuestra sociedad funcione.
A modo de ejemplo puedo citar dos ámbitos que
me son muy familiares, como los de la educación y la sanidad. A nadie
se le escapa que cuando entramos en un colegio, en un instituto o en una
universidad el número de docentes del género femenino puede
sin mucha dificultad doblar a los del género masculino. Si nos adentramos
en un centro de salud o en un hospital la proporción de sanitarios
mujeres respecto a los sanitarios hombres supera con creces a los del ámbito
educativo. En cualquier otra parcela de la vida laboral, incluso en aquellas
que siempre se consideraron actividades propias de los hombres, tampoco es
extraño que las mujeres comienzan a ser más en número,
y día a día ese número va aumentando porque (los que
trabajamos en la enseñanza lo vemos todos los días) las féminas
están tan capacitadas como los varones pero poseen una mayor motivación
y más amor propio, en general, que estos.
Lo que nunca he llegado a entender muy bien, y sería
cuestión a analizar, es por qué siendo las mujeres mayoría
en las profesiones antes referidas, como en otras muchas, y estando al menos
tan capacitadas como los hombres, son estos los que ocupan la mayoría
de los cargos de relevancia. Así son muchos más los catedráticos
que las catedráticas, los directores que las directoras, los rectores
que las rectoras o los adjuntos y jefes de servicio que sus homónimas
femeninas. Será por eso por lo que nos puede sorprender que sean más
las ministras que los ministros.
Mas todo debe ser cuestión de tiempo y esto
que acaba de hacer el presidente con el actual gobierno, dejará de
parecernos extraño y se convertirá en moneda corriente como
lo es en muchas otras esferas de la vida diaria. Lo cual supondrá
un morrocotudo enfado (otro más) para todos esos machistas que escriben
y hablan en periódicos y radios donde más acendradamente se
velan por las más rancias costumbres carpetovetónicas de nuestro
país o nación, hecho que a mí, particularmente, me
hace esbozar una de mis más amplias sonrisas.
Teodoro Martín
de Molina. Abril de 2008