LAS CALLES DE MI PUEBLO.

  

 
Últimamente mi relación con Gaucín se reduce a la que tengo a través de las conversaciones con mis familiares y amigos, a las esporádicas visitas, normalmente por motivo luctuoso, y a los contactos virtuales por medio de internet.
Hace un tiempo me encontré en la página www.gaucinet.com una encuesta respecto al parecer que teníamos sobre el cambio de nombre a las calles del pueblo (recurrente idea de los políticos cuando no tienen otras mejores en las que emplear su precioso tiempo). Yo pensaba que eso tuvo su momento en la época posterior a la transición o durante ella, y que ya se habían cambiado los nombres que debieron cambiarse por sus connotaciones políticas y sus estrechos vínculos con la dictadura que nos gobernó durante cuarenta años.
Mas, por lo visto, todavía debían quedar algunos flecos sueltos en Gaucín, y la actual corporación municipal se ha decidido a dar carpetazo definitivo al asunto. Y ¿qué ha elegido para hacer tabla rasa?, pues lo más cómodo y que, probablemente, cuente con el beneplácito de la mayoría de los gaucinenses: dar a las calles el nombre popular por el que siempre han sido conocidas. Ante esto, casi nadie pude argumentar puesto que no se quita el nombre de Zutano y se pone el de Mengano, con lo que no podíamos dar lugar a la polémica a la que todos somos tan aficionados.
No sé yo si los políticos actuales y todos aquellos gaucineños que en la mencionada encuesta se manifiestan tan favorables al cambio, se han parado por un momento a reflexionar al respecto. Yo, que soy persona poco reflexiva, en esta ocasión, y probablemente por lo que me atañe, me he calentado un poco los cascos y quiero dejar aquí mi opinión bastante, totalmente, contraria a la decisión tomada por la actual corporación municipal de nuestro pueblo.
Y porque me atañe, me subleva, y por ambas cosas me pone de los nervios que se pretenda quitar de un plumazo, sin averiguar más ni más, a los pocos hijos del pueblo que contaron, en su tiempo, con el reconocimiento de sus paisanos (algo de por sí bastante difícil). Me resulta totalmente ilógica la postura de la corporación municipal al no pararse a pensar quién es quién el personaje que se refleja en la placa donde se nombra la calle.
Una de esas calles es “Teodoro de Molina”, y aún somos muchos los nietos y biznietos suyos que viven o visitan Gaucín (alguno de ellos hijo predilecto del pueblo) y que,  aunque ni vivan ni visiten Gaucín, lo sienten y les duele como al que más; y, además, entre otras cosas, se sienten orgullosos de ser gaucinense y de que su abuelo o bisabuelo hubiese tenido el reconocimiento de sus paisanos allá por los albores del siglo XX, mucho antes de que “Franquito” diese el golpe que acabó con el baño de sangre de la guerra Civil y por ende con la II República.
Probablemente la gran mayoría de los gaucineños actuales no sepan quien fue Teodoro de Molina, ni Francisco Cañamaque, Lorenzo García o Luis de Armiñán, por citar a cuatro personajes nacidos o muy relacionados con Gaucín y que por algún motivo debieron recibir el reconocimiento de sus paisanos o representados cuando los padres de los que ahora deciden cambiar el nombre de las calles a ellos dedicadas aún no sabrían leer ni escribir, o quizás no hubiesen nacido.
En un breve comentario que hice al contestar la mencionada encuesta de www.gaucinet.com decía que los políticos confunden churras con merinas y metían en el mismo saco a Cañamaque y a Queipo de Llano, y me preguntaba si a la plaza del Ayuntamiento, recientemente nombrada como de Guzmán el Bueno se le iba a cambiar también este nombre por el de La Cárcel o del Ayuntamiento, nombres con los que desde siempre la hemos conocido. Igualmente me pregunto si al parque en el que no ha muchas legislaturas se le denominó Francisco Serrato, o a la Avda. Ana Tovar, también se les van a cambiar los nombres por el del lugar en donde se halla ubicados, o si los caminos próximos al pueblo van a ser señalizados con los nombres por todos conocidos: La Tenería, el Camino el Abejín,  El Callejón de la Mierda, El Camino el Cebadero, el de la Fuente Pilatos...
Existen calles, plazas y lugares de Gaucín que a algunos, por mucho que se empeñen unos u otros, a pesar de las placas que tengan puestas, no se nos va a ocurrir llamar de otra forma de cómo lo hemos hecho durante toda la vida. A la calle Llana, aunque sea la calle de mi abuelo, yo siempre la he nombrado y la nombraré calle Llana, a las Cuatro Esquinas, que no tiene nombre específico, así la llamaré, lo mismo pasará con la Esquina Matías, con el Toledillo, la Tenería, la calle los Bancos, la calle el Convento, la cuesta el Pino, el Callejón de la Capitana, la Cruz, la Carrera, el Portezuelo o Portichuelo, el Puerto el Pan, El Chorro Nalto o Chorrón Alto, la Cuesta de la Pescadería, la de la Rana, la calle Larga, la puerta la Iglesia, etc, etc..., pero: esto que está en la memoria de casi todos y que se va transmitiendo de generación en generación de forma espontánea, no precisa de recordatorio alguno, sin embargo, los personajes antes citados, naturales o muy relacionados con el pueblo se merecen que el pueblo los recuerde por siempre con las placas situadas al comienzo y final de las calles a ellos dedicadas, y ni la actual ni las anteriores, ni los venideras corporaciones municipales deberían atentar contra lo que forma parte del acervo político/cultural de nuestro pueblo. Bien al contrario (y esto va dirigido a mis colegas los maestros, porque dirigirlo a los políticos sería tiempo perdido) desde la escuela se debería promover el conocimiento de estos personajes y el porqué esas calles llevan sus nombres. 
A los antes mencionados bien se podrían añadir otros que no cuentan con ningún lugar en el pueblo que los recuerde como pueden ser: el bachiller Ubaldo de Molina, el General y guerrillero José Serrano Valdenebro, el padre Juan Nebreda, la Hermandad del Santo Niño, nuestros patronos..., la de algún sacerdote que nacido o no en Gaucín se distinguió por su buena labor: D. Antonio Cañada, Don Diego Franco, D. Jacobo Real; maestros que enseñaron a leer, escribir y mucho más a varias generaciones de gaucineños como: doña Brígida, don Guillermo, don Enrique, don Juan Ortega, don Mario Ramos, don Sebastián Larqué...; recordar a nuestros antepasados romanos, árabes o judíos, etc, etc. La misma calle Mártires que sólo se refiere a los de un bando podría pasar a denominarse de las “Víctimas de la guerra de 1936”, con lo que todos serían recordados, pero...
Todos esos nombres impuestos durante la dictadura y que por uno u otro motivo chirrían en nuestras inteligencias bien podrían ser sustituidos por algunos de los antes mencionados y no por lo obvio: el nombre con el que la mayoría de los gaucineños hemos conocido, conocemos y conoceremos a las calles, plazas y lugares de nuestro pueblo, tengan o no cerámica que nos lo recuerde, sea ésta de buen gusto o de un pésimo tal.
A los lectores de estas palabras los dirijo hacia las páginas webs que están en mis enlaces (fundamentalmente: www.salvador.martin.name y www.gaucin.tv), en las que podréis encontrar algo más sobre quienes son los personajes a los que hacen referencias las calles a ellos dedicadas o algunos de aquellos a los que, modestamente, pienso que se les debían de dedicar.

Teodoro Martín de Molina. Diciembre, 2004.