Nombres

  

Había sido su amigo, su camarada, su colega en el servicio militar. Pero no recordaba su gracia.

 

Cuando fue padre, quiso ponerle el nombre del compañero de mili a su primogénito. Pero no lo recordaba.

 

Sabía que empezaba por "M". Y poco más.

Llegó la hora del bautizo y el sacerdote urgía a que el padre, la madre, el padrino, la madrina, o cualquiera de los presentes, le dijesen el nombre que iban a dar al que en pocos minutos se iba a convertir en nuevo cristiano.

Moisés, Mardoqueo, Malaquias, Matatías, hasta Matulasen llegó a insinuar el sacerdote echando mano de sus conocimientos bíblicos. A lo que el padre respondía con un movimiento negativo de cabeza. Decía que era un nombre más moderno, palabra que también comenzaba por "m".

Ante la indecisión de unos y otros, el cura, que dicho sea de paso tenía prisa, tiró por la calle de en medio y teniendo en cuenta la modernidad del nombre expresada por el progenitor, con la aquiescencia de padres y padrinos de la criaturita, decidieron bautizarlo con el nombre de "Modermín", que a todos les sonaba muy bien, y muy moderno.

Al cabo del tiempo, el padre recordó el nombre del compañero de fatiguitas militares, que no era otro que el de "Mario", pero para entonces aquello ya no tenía vuelta atrás. Hecho que el padre le explicó con mimo a su hijo en cuanto el infante tuvo edad de comprender.

El hijo, siguiendo la tradición, volvió a bautizar a su primogénito con idéntico nombre y...

Desde entonces, ante el interés y la sorpresa de curiosos, vamos los Modermines por estos mundos de Dios explicando la procedencia, génesis u origen de nuestro nombre.

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