Un pisito en Suiza


   Hay veces que entre artículo y artículo, como aquél al que le preguntaban si fumaba entre una y otra vez después de hacer el amor, se podría decir aquello de que se fuma uno “cartones y cartones”, y en otras ocasiones, como en ésta, apenas si ha dado tiempo para un pitillo. Pero es que la actualidad acucia y si no escribo sobre esto reviento.

Terminaba mi último artículo diciendo que algunos comportamientos, en estos tiempos de crisis, claman al cielo, y con esto del pisito y de los dineros en Suiza, ya no se sabe muy bien hasta dónde pueden llegar nuestros clamores.

Mientras Garzón ya está separado de la carrera judicial por haberse atrevido a destapar, creo yo, la más grande trama de corrupción que afecta de lleno a todo el partido Popular desde Madrid a Valencia, pasando por Valladolid o Palma, y desde Génova a tantas y tantas sedes del partido, los dirigentes populares miran para otro lado cuando, después de defender a capa y espada a tantísimo pez gordo imputado o bajo sospecha, se descubre que de sospecha nada de nada, y que aquello de lo que nos llegamos a enterar, probablemente, sólo sea una ínfima expresión del expolio al que estos “señores” han sometido al erario público en beneficio propio y del partido que hasta ultimísima  hora los ha respaldado en los despachos, y, para más inri, sus votantes en las urnas.

Mientras vemos cómo muchos españoles las están pasando canutas a causa de las medidas que estos políticos están aplicando, siempre en contra de los que menos tienen y favoreciendo a los que más poseen, se nos presenta el obsceno espectáculo de estos últimos días en los que el trasiego de la vida pública a la privada es considerado como lo más normal del mundo, a pesar de que esté bien a las claras el beneficio que los implicados pretenden conseguir en dicho trasvase.

Mientras los medios de comunicación se hacen eco, un día sí y otro también, de los desahucios de muchas familias, porque no les llega para cumplir con las obligaciones en las que en época de bonanza se embarcaron, comprobamos cómo el Presidente de la Comunidad de Madrid reconoce a última hora que se ha comprado un pisito por el módico precio de 770.000€, vamos una bagatela, una cifra al alcance de cualquiera de nosotros, lo que pasa es que con esto de la crisis tenemos que ahorrar y no podemos invertir como este señor madrileño.

Mientras vemos cómo miles de personas, en su mayoría ancianos, han sido estafadas por la banca con el asunto de las preferentes y otros productos engañosos, nos llega la noticia de que el ex tesorero del PP llegó a tener hasta 22 millones de euros en cuentas en Suiza.

Y mientras todos los asalariados, funcionarios y pensionistas pagamos religiosamente nuestros impuestos, comprobamos que a aquellos que han cometido fraude y han evadido los suyos se les premia con una amnistía fiscal; entre los favorecidos parece encontrarse el tal señor Bárcenas, el mismo de los 22 millones en la banca suiza, que otrora fuera egregio senador por el PP y administrador de los bienes del partido.

Todos los días dándonos soflamas sobre la integridad, la inocencia y el bien hacer de los suyos, contraponiéndolas a la deshonestidad, culpabilidad y fullerías de los otros, y ni aun cuando todo parece destaparse, tienen la más mínima dignidad de desdecirse de sus palabras, sino que echan balones fuera como si nada de lo que han hecho unos, y lo que han dicho otros, les pueda salpicar en lo más mínimo, porque ellos siguen siendo impolutos como patena.

Desvergüenza sin igual, fruto, sin duda alguna, de la herencia recibida.

Teodoro Martín Molina. 17 de enero de 2012