Herramienta me han prestado Para poder escribir Romance donde contar Lo que nos reúne aquí, Mas al no tener papel Me tengo que decidir Por guardar en la memoria Lo que tengo que decir, Que ya en el ordenador Ha quedado tal que así:
Alcanzan ya veintidós Los años que con buen fin Los que podemos venimos Para volver a sentir El lazo que compartimos Y nos hace tan feliz. Ese lazo es nuestra sangre Que con reposado fluir, Con más o menos problemas, Al músculo hace latir; Son los principios mamados, Del que fue nuestro adalid, Que bien los supo sembrar Como sarmientos de vid. Todos somos descendientes De una saga de Gaucín, De Molina nos llamamos Y es un orgullo decir Que en nuestros antepasados Bien podemos descubrir Las virtudes que a nosotros Nos quisieron transmitir: Dignidad, honra y amor Fue todo aquel pedigrí Que supieron inculcar Tanto en ti como en mí. No ambicionamos riquezas Ni cosas de gran postín, Tan solo nos conformamos Con absorber de raíz La savia que nos ayude A luchar en buena lid Con los problemas que hallemos En nuestro diario vivir. Espero me perdonéis Si cometí algún desliz En estas cosas del verso O en el contenido en sí, Pero tened por seguro Que lo que se ha dicho aquí Es lo que brota cual fuente De aquello que recibí De Josefa la Serrana Y de Pepito Martín, Que igual pudo haberlo escrito Un hijo de tío Joaquín, Alguno de María Luisa, O del primero en morir Que se llamara Teodoro Al igual que el benjamín De aquellos que reunidos Nos acordamos de ti. De ti que ya te marchaste O no pudiste venir, Y a ti te lo dedicamos Para que puedas sentir El orgullo de saber Una, cien veces y mil Que lo bueno de estos actos, Su propia bondad en sí, Es ver de dónde venimos Y a donde queremos ir, Y saber que nuestro origen Nos vinculará hasta el fin. |